La que le pide huevo a los dirigentes…

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En San Juan, en Liniers, en La Plata, en el Nuevo Gasómetro, en el Palacio Ducó. El fútbol argentino se acostumbró a ver como Huracán es estafado sistemáticamente con fallos arbitrales en partidos claves. Finales de campeonatos y partidos definitorios por el ascenso nos fueron quitados de la mano por nefastos personajes que deberían impartir justicia imparcialmente.

Jamás imaginamos volver a padecer algo semejante al arbitraje del Sargento Giménez frente a San Martin de San Juan. Pero el tiempo pasó y esa dupla de delincuentes del  arbitraje, Brazenas-Casas, redoblaron la apuesta y nos privaron de un campeonato local que hubiera coronado al mejor equipo argentino en mucho tiempo.

La final con Independiente por el retorno a Primera tras una remontada histórica del equipo de Kudelka estuvo teñida de dudas con un horrible arbitraje de Ceballos que nos volvió a anular un legítimo gol en la cabeza de Ramón Wanchope Ábila.

En el actual torneo de 30 equipos Huracán tiene que sufrir una muerte en el área para que sea beneficiado con un tiro penal. Frente a NOB fue privado de un disparo desde los doce pasos, que significaba expulsión para un rival. Días después en el Barrio del Bajo Flores se repitió la situación y el Globo fue privado de otra pena máxima por un Baliño que se encargó de justificar lo injustificable.

Este plantel, que quedó eliminado de la Copa Libertadores, luchó contra todo. Se repuso de un tremendo accidente en Venezuela jugando 23 partidos en 90 días. Casualmente el primero fue ante Atlético Nacional que se negó a postergar el encuentro. Pero Huracán jamás se quejó y clasificó con esa mística, con esos huevos que tienen estos jugadores que sin importar la edad dejan hasta la última gota de sangre en la cancha.

Ayer quedó demostrado que el mejor equipo de la Copa necesitó corromper un árbitro para superar a Huracán, el peor de los segundos clasificados. Aún con el juez  que torció el resultado con fallos ridículos y maltrató a los jugadores visitantes minuto a minuto, este plantel demostró hasta los últimos minutos poder ganar la serie.

El escándalo del final, la forma en la que defendieron nuestra camiseta estos jugadores y todas las voces del fútbol hablando del bochornoso desempeño del anti argentinos Argote nos genera esa sensación de orgullo y bronca con las que es tan difícil convivir.

“La que le pide huevo a los jugadores…” dice la canción que suena en el Palacio, cada vez que Huracán juega la máxima competencia sudamericana de clubes. Ese Torneo al que accedió por mérito propio, sin penales regalados todas las fechas, ni gestiones en los escritorios.

Los jugadores ya demostraron tener eso que pide la canción y mucho más. Ahora es el turno de los dirigentes. Es el momento en el que el Presidente Nadur y su mesa chica deben dejar esta actitud pasiva y especuladora que se conforma con las migajas que le pueden llegar a convidar los demás grandes en la AFA, y sentar un precedente en la CONMEBOL para que alguien se haga responsable de este escándalo.

A Huracán le robaron y cuando a uno le roban algo activa los mecanismos necesarios para que ese daño se repare y los responsables sean castigados, por más que del otro lado esté Tinelli, Moyano, Gámez o Pablo Escobar Gaviria.

 
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